cabra

cabra

sábado, 1 de julio de 2017

LIBROS: Párpados

PÁRPADOS, de TONI QUERO

Huir, dormir, tal vez soñar. La abulia, la inercia, el hastío, el tedio, el spleen ha sido desde siempre un persistente efecto secundario de la introspección, el autoanálisis, de los estómagos llenos y las lecturas excesivas. Un problema del primer mundo,que ahora llamaríamos. Recetas paliativas nos da la literatura y sus adyacentes, que pueden resumirse en dos: Exilio interior modelo Andrés Hurtado o exilio exterior marca Dean Moriarty. Ambas modalidades tienen mala combinación con la otredad: la presencia del otro genera frustración al no cumplirse el horizonte de expectativas. Hay viajes que uno ha de hacer solo, por más que el multiverso del turismo se empeñe en lo contrario.
El debut narrativo del poeta Toni Quero, galardonada con el III Premio Dos Passos a la mejor primera novela , se planta ante varios cruces de caminos y escoge en todos la ruta más pedregosa. Documenta el viaje compartido de una joven pareja en distintos puntos de su peripecia vital pero con idéntico deseo de reinicio. Nos propone que prosa y poesía compartan habitáculo, contando una historia recurrente con brevedad, sutileza y un lirismo alejado de las luces de neón. Opta por el discurso fragmentario en una narración lineal en su literalidad de carretera. Imbrica una serie de elementos fijos en cada capítulo que reproducen las rítmicas rutinas que serán familiares a los viajeros de largo alcance. La motocicleta, la playa, la ciudad, los variados refugios, la búsqueda del propio arte en las cosas pequeñas, las correctas interacciones sociales, la lluvia, son las líneas maestras en las que se esboza el largo trayecto que emprenden con poco equipaje del que uno hace y deshace, y demasiado del que no se puede dejar en una cuneta. Los elementos prototípicos del viaje como construcción personal se suceden junto con detalles innecesariamente reiterados (rodar, la dieta de conservas y tostadas). Las curvas sinuosas de la trama parecen brotar del cuaderno de dibujo de la joven artista Duna, consagrada a un autorretrato que no termina de conseguir. Meta que también se le resiste a su compañero, que se obstina en fotografiarla una y otra vez sin lograr aprehender su alma. Profundamente contemporánea en su esencia, la novela no renuncia a pinceladas clásicas del género. Kilómetros pisados a fondo en carreteras secundarias, alojamientos cutres, la gasolina como madre nutricia, experiencias pasadas que repiten y regresan al paladar con un sabor descompuesto. Paréntesis desdibujados, la vida como una imagen en blanco y negro que se reescribe y se borra, superponiendo trazos.
En el lenguaje literario, la metonimia es una figura retórica de pensamiento que consiste en designar una cosa con el nombre de otra con la que existe una relación de diversa índole. La sinécdoque es una variante de la metonimia que toma una parte para aludir al todo. Es esta una novela metonímica en su definición: personajes y paisajes se esbozan desde lo particular, desde el detalle. Los jóvenes protagonistas escapan al estereotipo del romántico torturado eludiendo desahogos emocionales y dejando rastros de sí mismos en sus referencias e intereses, en los lugares que eligen para mostrarse. Murnau y Renoir como humildes contribuyentes, los lápices y las lentes de la cámara como intermediarios en la interpretación de una realidad que se atraganta. Aunque sí hay huella romántica en la percepción del paisaje. La historia fluye mejor en esas playas solitarias del norte, en su soledad fotogénica, tan alejadas del concepto mediterráneo, que en las aceras de París. En ese verano tan suyo, el nublado interior de la pareja encaja. En el final de Madame Bovary, Charles no entiende por qué sigue luciendo el sol después de su desgracia, demostrando así el prosaísmo que tan infeliz hizo a su esposa. Esta es la diferencia.

Párpados, de Toni Quero. Galaxia Gutenberg, 2017. 219 páginas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario